miércoles, 13 de julio de 2016

EL URBANISMO MODERNO EN LA CIUDAD DE DAMERO

Por María Tómmerbakk
Fotografías de Dániaba Montesinos
Publicado el 13-07-2016

En un acta del Cabildo de Cuenca en 1948, el Presidente de la Comisión de Obras Públicas de aquel momento, expuso una situación que requería de una solución urgente:

(…)Hay personas que tienen tiendas o casitas pequeñas y que desean adecentarlas pero no se les permite porque están ocupando el área municipal y mi opinión es que podría permitírseles cuando se trate de enlucir el frontis o cualquier halago que de mejor presentación al inmueble sin que se le dé mayor durabilidad… Al respecto voy a concretar un caso sucedido últimamente: en la calle Honorato Vázquez, intersección con Mariano Cueva, en la casa del Sr. Armijos, a consecuencia de la rotura de un tirante, se ha hundido el techo. Al manifestarle que no se le puede permitir la reparación porque la casa está en el área correspondiente a la vía pública, él contesta ¿dónde vivo? Francamente ante este dilema uno mueve la cabeza y en cierta forma se autoriza tácitamente la construcción, pues no se puede privar a un ciudadano de su vivienda…[1].

La Ordenanza sobre edificaciones y construcciones urbanas de 1944, con las reformas sancionadas hasta 1950, contemplaba el ensanchamiento de las calles de la ciudad. Como consecuencia prohibía modificaciones o reparaciones de las casas que se salían con más de 80 cm de la línea de fábrica trazada por la Municipalidad[2]. La paulatina destrucción de aquellos inmuebles daría paso a nuevas construcciones acordes con la modernidad y retiradas del filo de la calle generando mayor espacio para las veredas.

Las pequeñas tiendas y antiguas construcciones, ahora tan valiosas para nuestro patrimonio, pero salidas de la línea de fábrica de sus vecinos más modernos, no solo sobrevivieron a las inclemencias del tiempo, sino a las regulaciones municipales que proyectaban la ciudad del futuro en líneas rectas, materiales novedosos y espacios modernos situados en calles más anchas. La presencia de las viejas casitas da testimonio de sus propietarios quienes velaban por mantener sus sencillas viviendas, y a menudo también su lugar de trabajo. Es ahora nuestra tarea conservarlas y no dejar que la amenaza del mayor beneficio económico borre de nuestra ciudad la historia de estos vecinos de clases populares, quienes construyeron aquel patrimonio sencillo y vernáculo basado en las tradiciones y los conocimientos técnicos heredados de los ancestros.



[1] AM/C, L. 32, Acta 33,  f. 247v.  (1948).
[2] AHM/C, Ordenanza de edificaciones y construcciones urbanas en general, ornato y salubridad, Cap. XIV, Art. 95 y CAP. XVIII, Art. 119.

Calle Pío Bravo entre Borrero y Hermano Miguel
Calle Manuel Vega Muñoz entre Luis Cordero y Benigno Malo
Calle Gaspar Sangurima entre Benigno Malo y Padre Aguirre
Calle Presidente Borrero entre Rafale María Arízaga y Pío Bravo


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