Por María Tómmerbakk
Fotografías de Dániaba Montesinos
Fotografías de Dániaba Montesinos
Publicado el 13-07-2016
En un
acta del Cabildo de Cuenca en 1948, el Presidente de la Comisión de Obras
Públicas de aquel momento, expuso una situación que requería de una solución
urgente:
(…)Hay personas que
tienen tiendas o casitas pequeñas y que desean adecentarlas pero no se les
permite porque están ocupando el área municipal y mi opinión es que podría
permitírseles cuando se trate de enlucir el frontis o cualquier halago que de
mejor presentación al inmueble sin que se le dé mayor durabilidad… Al respecto
voy a concretar un caso sucedido últimamente: en la calle Honorato Vázquez,
intersección con Mariano Cueva, en la casa del Sr. Armijos, a consecuencia de
la rotura de un tirante, se ha hundido el techo. Al manifestarle que no se le
puede permitir la reparación porque la casa está en el área correspondiente a
la vía pública, él contesta ¿dónde vivo? Francamente ante este dilema uno mueve
la cabeza y en cierta forma se autoriza tácitamente la construcción, pues no se
puede privar a un ciudadano de su vivienda…[1].
La
Ordenanza sobre edificaciones y construcciones urbanas de 1944, con las
reformas sancionadas hasta 1950, contemplaba el ensanchamiento de las calles de
la ciudad. Como consecuencia prohibía modificaciones o reparaciones de las
casas que se salían con más de 80 cm de la línea de fábrica trazada por la
Municipalidad[2].
La paulatina destrucción de aquellos inmuebles daría paso a nuevas
construcciones acordes con la modernidad y retiradas del filo de la calle generando
mayor espacio para las veredas.
Las
pequeñas tiendas y antiguas construcciones, ahora tan valiosas para nuestro patrimonio,
pero salidas de la línea de fábrica de sus vecinos más modernos, no solo
sobrevivieron a las inclemencias del tiempo, sino a las regulaciones
municipales que proyectaban la ciudad del futuro en líneas rectas, materiales novedosos
y espacios modernos situados en calles más anchas. La presencia de las viejas
casitas da testimonio de sus propietarios quienes velaban por mantener sus
sencillas viviendas, y a menudo también su lugar de trabajo. Es ahora nuestra
tarea conservarlas y no dejar que la amenaza del mayor beneficio económico
borre de nuestra ciudad la historia de estos vecinos de clases populares,
quienes construyeron aquel patrimonio sencillo y vernáculo basado en las
tradiciones y los conocimientos técnicos heredados de los ancestros.
[2] AHM/C, Ordenanza de edificaciones y construcciones
urbanas en general, ornato y salubridad, Cap. XIV, Art. 95 y CAP. XVIII,
Art. 119.
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Calle Pío Bravo entre Borrero y Hermano Miguel |
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Calle Manuel Vega Muñoz entre Luis Cordero y Benigno Malo |
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Calle Gaspar Sangurima entre Benigno Malo y Padre Aguirre |
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Calle Presidente Borrero entre Rafale María Arízaga y Pío Bravo |
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