jueves, 30 de junio de 2016

TALLERES DE PUESTA EN VALOR DE PAREDONES DE MOLLETURO

Por Valeria Roura
Publicado el 30-06-2016

Durante los meses de mayo y junio la Dirección de Áreas Históricas y Patrimoniales del GAD Municipal del cantón Cuenca realizó 6 talleres de Puesta en Valor de Paredones de Molleturo como parte del Diagnóstico de Conflictos y de la elaboración del Plan de Manejo y Gestión del sitio arqueológico Paredones de Molleturo.

Los talleres se desarrollaron en la casa comunal de San Pedro de Yumate con la participación de vocales de la Junta Parroquial de Molleturo, del cabildo de la comuna de San Felipe de Molleturo y de comuneros de San Pedro de Yumate, Hierba Buena y Cochapamba.


El evento trató distintas temáticas. 1er taller: Los actores sociales y su intervención en Paredones de Molleturo. 2do: Posiciones: subjetivas y objetivas; no hay una historia sino varias historias que explican la realidad de Paredones de Molleturo. 3ero: Necesidades e Intereses, problemas o conflictos y expectativas o posibles soluciones en Paredones de Molleturo. 4to: Historia de Paredones de Molleturo. 5to: La constitución, La Ley de Patrimonio Cultural y las Ordenanzas municipales en torno a Paredones de Molleturo. 6to: Propuesta de compromisos y proyectos en la zona de Paredones de Molleturo.

Un vistazo a los talleres de puesta en valor, Paredones de Molleturo

lunes, 27 de junio de 2016

A MÍ NO ME PREGUNTARON…

Por María Tómmerbakk
Publicado el 27-06-2016

El Parque Calderón está rodeado por edificaciones particulares de estilo historicista a más de dos templos: la Catedral Vieja de época colonial con remodelaciones neoclásicas y la Catedral Nueva creada con una fusión acertada de elementos neorománicos y neogóticos. El resultado es un entorno armonioso y coherente, a excepción de los inmuebles pertenecientes a la autoridad civil que visualizan la ruptura con la tradición arquitectónica a mediados del siglo XX; pero, ¿por qué se permitieron cambios tan drásticos en el corazón de la Ciudad?

En las actas del Concejo Cantonal del año 1951 se registró el proceso previo a la destrucción de la antigua cárcel, edificio colonial que estaba situado al frente del Parque Central, ante la solicitud de usar ese sitio para la construcción del Banco Provincial de Fomento.

Frente a esta difícil decisión que debía tomar el Concejo, el Alcalde expresó:

En primer lugar creo Sres [sic] concejales que es un asunto bastante delicado y nosotros debemos en todo caso auscultar la opinión de la ciudadanía, la prensa, la radio, instituciones culturales, etc. Ustedes saben que en ese local antiguo en que funciona la cárcel, funcionó la primera Casa Constitucional, por otra parte hay el recuerdo histórico de que a ella llegó Simón Bolívar. Muchas personas que vienen de afuera celebran esa casa, lamentan su estado de deterioro y piden no modificar ese edificio…[1]

La cita evidencia que existía una especial apreciación por el valor histórico del inmueble. El Alcalde convocó a una sesión ampliada con representantes de grupos e instituciones relevantes como la Universidad, el Centro de Estudios Históricos y Geográficos y el Consejo Provincial; sin embargo, por la diversidad de criterios se optó por generar una comisión que estudiara el tema a profundidad mientras radio “La Voz del Tomebamba” se encargaba de descifrar la voluntad de la ciudadanía por medio de una encuesta.

Los resultados de la comisión señalaron que los actos históricos mencionados no se habían dado en esa casa, situación que sumada al estado ruinoso del edificio evidenciaba la pertinencia de su demolición. Radio “La Voz del Tomebamba” concluyó que la mayoría de ciudadanos estaban a favor de botar el inmueble. Pocos meses más tarde se aprobó la línea de fábrica, no solo del Banco de Fomento, sino también del Palacio Municipal.

Esta decisión, tomada a base de los criterios de los cuencanos consultados en ese momento, afectó para siempre la lectura visual del corazón de la Ciudad aunque –curioso e irónico– ese mismo año, en la sesión solemne por las fiestas de Independencia, el Presidente de la República entregó un cheque de 20.000 sucres al Alcalde para que “…contratara un arquitecto, de preferencia español a fin de que se preservaran las condiciones arquitectónicas típicas de la ciudad”.[2]



[1] Archivo del Concejo Cantonal, L. 34, f. 57 (1951).
[2] Ibid., L. 34, f. 204 (1951).


Imagen izquierda: Manuel Jesús Serrano, Grupo de personas en la calle Malo, 1920-1930. Archivo Nacional de Fotografía, Fondo Colección Manuel Jesús Serrano. Imagen derecha: Manuel Jesús Serrano, Cuenca, antiguo Municipio, 1920-1930. Archivo Nacional de Fotografía, Fondo Colección Manuel Serrano.









Banco de Fomento que sustituyó la antigua cárcel, fotografía de Andrés Sánchez, junio de 2016.

SAN FRANCISCO, ¿ESPACIO PERDIDO DE CUENCA?

Por Nelson Galán Espinoza
Publicado el 27-06-2016
Fotografía de Andrés Sánchez

San Francisco es un barrio tradicional debido a sus características históricas, a su conjunto de edificaciones patrimoniales y por su importancia en el desarrollo de la Ciudad, pues desde sus orígenes siempre ha sido un sitio comercial; forma parte importante del imaginario de los cuencanos.

La venta de diversos artículos de uso diario, desde zapatos y textiles hasta ollas, música o juguetes convierte a la Plaza en un lugar de atracción para la ciudadanía, pues se puede conseguir varios productos a precios bajos. Aún se observan a su alrededor algunas actividades relacionadas a las expresiones culturales del patrimonio inmaterial de la Ciudad: la venta de artesanías, de instrumentos musicales como guitarras, de polleras bordadas a mano, imágenes religiosas, etc; brindándole un extra positivo a este espacio.

Sin embargo, existen ciertas características de tipo físico y social que constituyen inconvenientes para sus visitantes: las casetas de los comerciantes generan una alteración visual al no responder a ningún tipo de planificación, ni poseer los materiales adecuados además de su mal estado de conservación; se da una gran afluencia de personas y no existen espacios destinados a servicios higiénicos, esto genera malos olores en ciertas esquinas de la Plaza; la seguridad es deficiente.

Asimismo, es deprimente ver a un significativo grupo de personas que acuden al sitio todos los días –antes sólo estaban los lunes– para ofrecer su trabajo como obreros de la construcción; pocos son los afortunados contratados, viviéndose un drama social diario. Aunque esta realidad está presente desde hace mucho tiempo y las autoridades de turno han realizado intentos por cambiarla, presiones de los comerciantes de la zona por permanecer de la misma manera y situaciones de carácter político han impedido que se intervenga en este espacio para generar un cambio favorable.

La solución a estos problemas permitirá que todos los ciudadanos podamos disfrutar de forma íntegra este “espacio perdido” de la Ciudad que hoy es de pocos.



El Equipo


A los bloggeros de por las CALLES nos une un entorno laboral común   ̶la Dirección Municipal de Áreas Históricas y Patrimoniales del cantón Cuenca  ̶ y la sensibilidad por la vida. Es nuestro interés participar de la construcción de hábitats sustentados en dinámicas naturales que propicien la diversidad, la simbiosis y la cooperación encaminada al mutuo beneficio, aportando flexibilidad y adaptación ante los cambios y la incertidumbre, parte inherente del diario vivir y del mundo.

Nuestro sino es el impulso y desarrollo de iniciativas ciudadanas encaminadas a incrementar la conciencia sobre nuestros hábitos para volverlos pro-activos, constructivos y sintonizarlos con el latido de la Tierra.

Eva Andrade es ingeniera de sistemas y gestiona nuestro blog.



María Arévalo Peña es abogada de profesión, cuentera de vocación, amante y defensora del patrimonio, funcionaria de la Dirección de Áreas Históricas y Patrimoniales del GAD municipal del cantón Cuenca.




Nelson Galán es arquitecto de profesión, graduado en la Universidad de Cuenca en el año 2010, estudiante de la Maestría en Conservación y Gestión del Patrimonio Cultural Edificado - Primera Cohorte (al momento finalizando la tesis) en el mismo establecimiento de educación superior de la ciudad de Cuenca. Cuenta con experiencia en temas sobre el cuidado del patrimonio desde las aulas universitarias, así como también dentro del Proyecto vlirCPM como auxiliar de investigación durante dos años aproximadamente. También tuvo un paso por el Ministerio de Turismo por dos años más. Actualmente se encuentra trabajando en la Dirección de Áreas Históricas Patrimoniales del Ilustre Municipio de Cuenca desde Julio de 2015, sus esfuerzos están enfocados en la gestión del patrimonio.
Esteban Herrera Nació en Quito el 28 de marzo de 1987, su grado lo realizó en Gestión Cultural en la Universidad de Los Hemisferios (Quito - Ecuador). Su formación de cuarto nivel se enfocó en el estudio de la Historia del Arte ya que cursó la especialización de Patrimonio artístico andaluz y su proyección iberoamericana en la Universidad de Sevilla (Sevilla - España). Ha trabajo en proyectos culturales, museísticos y de investigación. Destaca su colaboración al grupo que concibió el Museo del Carmen Alto en Quito y  la investigación de un grupo de pinturas murales dieciochescas basadas en un conjunto de estampas flamencas del siglo XVII que recrean pasajes de la vida de santa Teresa de Ávila y las cuales reposan en el convento del Carmen de San José de la capital ecuatoriana.
Cristian Matovelle Jara es arquitecto. Primer Premio Técnica Tinta. Universidad Central del Ecuador. Técnico de la Dirección de Áreas Históricas y Patrimoniales del GAD Municipal de Cuenca. Investigador de la Maestría en Conservación y Gestión del Patrimonio Cultural Edificado, Primera Cohorte de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Cuenca. Dibujante a mano alzada. Estudioso de las técnicas tradicionales constructivas como base de experimentación y rehabilitación de edificios. Contacto: cfmatovelle@yahoo.com


Dániaba Montesinos es arquitecta, especializada en bioclimática en la Universitat Politècnica de Catalunya, España y en construcción sostenible en The Endeavour Centre, Peterborough, ON, Canadá; le gusta pintar, sembrar árboles y visitar las montañas.





María Tommerbakk es licenciada en artes visuales, magíster en artes con mención en teoría y filosofía del arte e investigadora en temas históricos para proyectos de restauración de inmuebles patrimoniales de la ciudad de Cuenca. Actualmente trabaja en el Departamento de Investigación de la Dirección Municipal de Áreas Históricas y Patrimoniales del cantón Cuenca.



jueves, 16 de junio de 2016

MI INFANCIA EN LA PLAZA DE SAN FRANCISCO

Por María Arévalo
Publicado el 16-06-2016
Fotografía de Andrés Sánchez


Todo olía a tradición y misterio en San Francisco...
Unida a los recuerdos de mi infancia, me apasionó siempre ese lugar bullicioso al que iba de la mano de mi madre con la consigna de no divulgar sus encuentros con una viejecita a quien visitaba clandestinamente para prestarle sus cuidados.

La casa de mamá Juana -que así se llamaba la anciana- daba al frente de la Iglesia de San Francisco, y cuando mi madre se concentraba en sus labores, yo salía a descubrir la Plaza, adentrándome en el laberinto multicolor de sus espacios abarrotados de gente, deteniéndome en los puestos de ropa de pacotilla, de zapatos de caucho, de vajilla de fierro enlozado, de ropa de los otavaleños. 

Observaba embelesada el ir y venir de la gente, escuchaba los diálogos del populacho y de las vendedoras que disfrutaban de platos de comida humeante mientras departían con sus compañeras de oficio; contemplaba arrobada la destreza de los heladeros que en instantes llenaban los conos con hielo raspado y colores artificiales.  Y en el centro de esta encrucijada, el puesto de los loros adivinadores que escogían la carta que determinaría mi destino a cambio de una peseta.

Desde una prudente distancia asistía al juego de los “jubilados pobres” que fumaban, apostaban, y se hablaban malas palabras, cuando por la vereda pasaban los cargadores quebrados por el peso de inmensas canastas llenas de comestibles para abastecer la mesa de una familia, a cambio de “una fuercita”, que era el pago que por el servicio recibían de las señoras de alto copete que les presidían en su camino.

Mi mayor deleite era visitar la tienda de don Emiliano Donoso, un comercio inmenso que ocupaba casi media cuadra de la calle Presidente Córdova, en donde todo olía a tradición y misterio. Vendían desde herramientas agrícolas hasta lana para tejer ajuares de bebé y un gran estand de libros de magia y hermetismo que despertaron mi curiosidad desde siempre. 

Eran jornadas de libertad matizadas con nostalgia que las vuelvo a vivir cuando percibo el olor de un libro viejo, como “El Oráculo del Rey Salomón”  que lo adquirí en una de esas tardes y que en adelante me convirtió en la pitonisa de  mi clase.

SAN FRANCISCO PIDE A GRITOS SU INTERVENCIÓN

                                                                                                                                                    Texto y fotografía de Cristian Matovelle 
Publicado el 16-06-2016

Desde muchas visiones la vocación de este lugar es comercial; me encanta imaginarme que así fue desde los remotos tiempos precolombinos cuando el significado del intercambio de productos tenía un sentido distinto al considerado en la actualidad como un mero acto comercial; incluso, con seguridad, la disposición física de los lugares destinados a tianguis[1] coincidió con el alto simbolismo del entendimiento cosmogónico de nuestros ancestros para el urbanismo.

Los cronistas entre otros muchos detalles relatan sobre la persistencia e incremento permanente de actividad comercial tanto en la Plaza como en las zonas aledañas desde la Colonial hasta la República. La época contemporánea se muestra contrastada entre la alegre presencia periódica de artesanías como las guitarras de San Bartolo y el lúgubre aspecto de una infraestructura grisácea que evidencia su deterioro y obsolescencia en uno de los lugares privilegiados de la Ciudad Patrimonio Mundial que habitamos.

La Academia así como sectores privados y la administración pública, con mucha preocupación por el avanzado deterioro de la calidad de servicios que presta la Plaza y sus zonas contiguas, desde mediados del siglo XX han realizado propuestas para su rehabilitación; sin embargo, no ha existido la voluntad política para dar una solución definitiva a este espacio, ¿acaso no merecemos un lugar amigable, a una cuadra de la Plaza Central, para disfrutarlo?

Hace pocos días, la Universidad de Cuenca presentó a la ciudadanía otro proyecto para intervenir en San Francisco y devolverlo para el disfrute de la colectividad. La ciudadanía reclama mejorar de manera urgente las condiciones físicas de ese espacio; ojalá se apruebe el proyecto. Los ciudadanos debemos ejercer nuestro derecho a una ciudad saludable y equitativa.

De esta necesidad de rehabilitar éste espacio público, evidenciada desde hace más de medio siglo, solo quedan proyectos archivados; ideas extremistas de la conservación del patrimonio cultural que se oponen a todo o intereses particulares han obstaculizado su intervención.

San Francisco es un sitio donde es evidente que para su intervención se requiere de un elevado sentido cívico para devolverle calidad a la Plaza para que los ciudadanos descubramos aún más el espíritu del lugar.





[1] Del náhuatl tianquiztli: mercado, sitio de intercambio

APROXIMACIÓN A LA ICONOGRAFÍA DE ALGUNAS ESCULTURAS Y PINTURAS DE LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO DE CUENCA

Texto y fotografía de Esteban Herrera
Publicado el 16-06-2016

La iconografía es la descripción del tópico o el asunto representado en las imágenes y es una de las auxiliares más importantes en el estudio de la Historia del Arte. En el caso que se va a abordar a continuación se hará una especificación del tema al que aluden varias piezas artísticas ubicadas en la Iglesia de San Francisco de Cuenca.

Este templo fue uno de los primeros que se erigieron en la ciudad de los cuatro ríos; sin embargo, el santuario que se observa en la actualidad fue construido sobre el antiguo emplazamiento colonial en dos fases: en la primera, se proyectó las naves y se inició a finales del decimonónico, mientras que en la segunda se buscó el levantamiento de las torres y se emprendió en los primeros años del siglo XX. Su estilo arquitectónico es neoclásico, no obstante en su interior hay varias piezas que se pueden catalogar como barrocas destacando en este sentido el retablo mayor y algunas obras pictóricas y escultóricas.

Varios asuntos representan las creaciones de pintura y escultura, sobresaliendo los iconos que aluden a capítulos cristológicos y mariológicos. Por ejemplo, al entrar a la iglesia hacia el lado derecho hay una escultura de vestir que personifica a Cristo Nazareno y sobre el costado izquierdo yacen tres imágenes de bulto redondo en las que se han figurado a la Virgen de Guadalupe, santa Teresa de Lisieux y el Divino Niño.

Las paredes de la nave central están decoradas con varios óleos, los cuales estilísticamente pueden catalogarse como barrocos, ya que presentan la técnica del claro y oscuro, en ellos se han plasmado los siguientes temas: Nuestra Señora de los Afligidos, la Virgen del Rosario, el Señor de la Columna y la Virgen del Carmen.

Otro de los elementos que llaman la atención es el púlpito, el cual sobre su espaldar tiene una figuración de una Inmaculada Concepción y en el tornavoz un alto relieve que representa al Espíritu Santo. Finalmente, el retablo mayor destaca por el horror vacui de su ejecución; en él hay varias hornacinas que contienen esculturas que representan a: la Santísima Trinidad, santa Mariana de Jesús, san Pedro de Alcántara, la Inmaculada Concepción (alada), san Juan de la Cruz, san Francisco de Asís y san José con el Niño.

En conclusión la iglesia de San Francisco de Cuenca es una edificación que posee un repertorio iconográfico muy variado, el cual está basado en las premisas post tridentinas, afirmación sustentada por la morfología de algunas de las piezas artísticas; por ejemplo, en la imagen relativa a san José con el Niño, el padre putativo de Cristo está figurado como un hombre joven es decir siguiendo los parámetros desprendidos de la Contrarreforma. 

¿CONOCES REALMENTE TU CIUDAD?

Texto y fotografías de Esteban Herrera
Publicado el 16-06-2016

Esta pregunta se ha vuelto muy recurrente en mi mente y en realidad considero que los ciudadanos ignoramos muchas cosas de nuestra urbe. Sabemos por dónde transitar, cómo llegar desde un determinado punto a otro, pero poco o nada conocemos de los edificios que nos rodean, la historia tras los nombres de las calles o de los oficios tradicionales que de a poco desaparecen como consecuencia de la industrialización, similar a la llama de una vela que se extingue con el pasar de las horas.

Un espacio de la ciudad que habitualmente transito es la plaza San Francisco, mientras recorro este perímetro aspiro el olor a palo santo o reparo en los vendedores apostados en sus puestos ofertando su variada mercancía.  Pero ¿qué más conozco de esta zona? ¿Por qué se llama San Francisco este sitio? o ¿qué secretos guarda el Pasaje León? lugar al que habitualmente acudo para laborar. Esta construcción ubicada en la porción más occidental de la manzana sur, sobresale de entre las demás edificaciones, no sólo por su arquitectura afrancesada sino también por ser un ícono para Cuenca, ya que alberga la botica “Olmedo” tan presente –según lo que me han comentado – en el imaginario de los ciudadanos.

Cuando estas preguntas revoloteaban en mi cabeza recibí un libro titulado “Pasaje León y Barrio San Francisco”, después de leerlo todas esas inquietudes se clarificaron y me llevaron a reflexionar sobre la importancia de conocer más a fondo el desarrollo de la ciudad pero desde otra  perspectiva, en este caso las edificaciones y plazas,  ya que las mismas guardan muchos recuerdos y nos ayudan a desenmarañar y recontar la historia de la capital azuaya.

Además, en el texto descubrí la relevancia de este barrio  –bautizado en honor al santo de Asís– para la ciudad del Tomebamba,  su evolución y la infinidad de usos que ha tenido su plazoleta. Pude adentrarme en las memorias del Pasaje León y entender el porqué de sus formas y el valor de este inmueble como hecho constructivo ya que para su fábrica se usaron materiales de excelente calidad, muchos de ellos importados de otras latitudes.

Añadiré que a pesar de ser foráneo, este libro ha sido muy ilustrativo porque me permitió conocer a profundidad un sector tan tradicional de Cuenca y por lo tanto creo imprescindible que todos los autóctonos le echen una ojeada, para enterarse de la maravillosa historia que hay tras esta plaza y  se conciencien de lo valioso de este espacio, de las construcciones que le circundan y de los personajes que en antaño vivieron aquí, ya que todos estos elementos son parte fundamental y constitutiva del proceso histórico que han hecho de la llamada “Atenas del Ecuador “ lo que es hoy en día.

EL NEGOCIO DE MIS PADRES

Por María Arévalo
Publicado el 16-06-2016
Fotografías de Andrés Sánchez

En la casa de mis padres las navidades tenían un cariz de trabajo por los intensos preparativos de los disfraces que alquilábamos para los Pases de Niño, las fiestas de los Santos Inocentes, las de Año Viejo y las de Semana Santa, celebraciones profundamente arraigadas en la tradición de mi tierra.  Tratándose del único lugar de la ciudad que a la época prestaba ese servicio, la dedicación a este oficio era intensa e involucraba a toda la familia.

Si bien se habían asignado lugares específicos para estos menesteres, en los días previos a las fiestas, la casa toda se veía inundada de prendas y complementos de las más variadas formas y estilos para satisfacer la demanda de la ciudadanía. Situación que suponía un caos para toda la familia, porque nuestros asuntos pasaban a un segundo plano, cuando mamá se amanecía frente a la antigua máquina de coser SINGER, seguramente consciente de nuestras necesidades pero abocada indefectiblemente a enfrentar el gran esfuerzo que demandaba el negocio.

Cosía y silbaba, silbaba y cosía, al son de la ingenua picardía de tonos como éste: “Como pica, pica, pica, como raspa, raspa y raspa, como pica, raspa y pica cuando besa, el hermoso bigotito de Tomás”.  En el patio ardía la lumbre de un “tonto”, confeccionado con aserrín dentro de un tarro viejo.  Ahí se cocía el mote durante toda la noche, abrigando la casa en esas veladas interminables.

Cajas inmensas con adminículos inverosímiles; sostenedores de hierro cargados de trajes de los más diversos estilos; guardarropas antiguos abarrotados de telas que servirían para la confección de los trajes; paredes cubiertas de sombreros, de bastones, de coronas, de cabezas de animales disecados; potos, chicotes, zamarros para complementar la vestimenta de los cañarejos; cinturones y pistolas de fantasía para los mejicanos; pelucas de cabello natural prendidas en los pilares del patio, esperando ser peinadas con goma y clavo caliente; cántaros para las mujeres santas, sudarios pintados con la santa faz, cruces de madera para los cristos; lanzas y bodoqueras para los jíbaros; cielos rasos tapados con tablas decoradas que se utilizaban una vez al año para engalanar los carros alegóricos; cientos de caretas de papel y de caucho que representaban a los héroes de temporada,  y tantas cosas más,  hacían de mi casa un lugar suigéneris, que llamaba la atención de los visitantes y que a mí me producía sobrecogimiento.  Recuerdo que muchas noches no dormía imaginando que la casa llena de espectros, se volcaría sobre nosotros y nos aplastaría. Pero cuando llegaba el día, las cosas eran distintas y el espacio se convertía en el lugar ideal para el juego, porque cada pieza era un juguete y los sitios atestados, nuestro escondite. 

Cuando crecimos la situación se hizo más difícil, la necesidad de un espacio para realizar los deberes, el cuidado de los uniformes, el tiempo para estudiar, la celebración de las fiestas, asuntos que ocupan generalmente la atención de los padres, eran nimias comparadas con la responsabilidad de preparar la oferta de disfraces que cubriría las necesidades familiares.

Entonces todos nos involucrábamos en el trabajo, desde nuestras propias habilidades.  Los varones confeccionaban los artículos que complementaban la indumentaria de los disfraces, obedeciendo a un patrón ejecutado magistralmente por las manos de papá.  Las mujeres nos ocupábamos de los acabados de la ropa y de la elaboración de collares y zarcillos que lucirían las cholas cuencanas, las damas, las doñas, las españolas, las otavaleñas, las saragureñas, las mujeres santas; provistas de múltiples cajas de piedras y mullos que combinábamos con estética para un acabado impecable que era aplaudido por mamá Chochita.

La atención al público era dirigida por mi hermana mayor, que preocupada siempre del glamour, arreglaba las tiendas para que lucieran decentes.  Todos participábamos de la entrega de la ropa y de recibir una prenda que aseguraría la devolución del disfraz.

Las más pequeñas, vendíamos las caretas que se exhibían en grandes tablas sostenidas con bancos.  Nos encantaba el oficio y cuando teníamos que velar en la noche de Año Viejo, nos cubríamos la cara con máscaras gigantes para poder dormitar cuando la clientela menguaba. 


En las fiestas de Año Viejo e Inocentes, papá transformaba los rostros de los disfrazados, en medio del asombro de los espectadores que ingresaban a mares para admirar su trabajo soberbio. Recuerdo como hoy la algarabía, las reacciones de admiración, las risas, el bullicio, y vuelve como entonces a henchirse de orgullo mi pecho, por mis padres, por los artífices de las fiestas, por quienes me dieron la vida. 




EL BAÑO DE MI CASA ES MUY PARTICULAR

Texto y fotografías de Dániaba Montesinos
Publicado el 16-06-2016
Me recuerdo colocando botellas llenas de arena o agua en el tanque del inodoro de la casa de mis padres, consejo que oí alguna vez para minimizar la cantidad de agua en cada descarga. Un sufrimiento casi físico recorría mi ser cada vez que jalaba la cadena ¡tanta agua para tan poco pipí! No supe de alternativas para la gestión de desechos humanos en la ciudad y aquellas que estaban en zonas rurales, por alguna razón no cumplían mis expectativas.
Hace un par de años trabajé de albañil en una construcción y utilicé un baño de compostaje. Primero fabricamos la caseta para el baño dividido en dos sectores, uno para los desechos sólidos y otro para los líquidos. Un balde recolectaba las heces cubiertas luego con materia orgánica, usábamos aserrín pero hay varias opciones; antes de colmarlo se vaciaba en una compostera fuera de la caseta; en el compartimento restante, una paca de trigo distribuía la orina en el suelo que servía de alimento para las bacterias que consumen nitrógeno. Parte de la orina se quedaba en las fibras de la paca provocando olores fuertes y la aparición de moscas; mas el carácter provisional y la generosa ventilación natural de la caseta hacían despreciable estos inconvenientes.
¿Qué es un baño de compostaje? Es un dispositivo para colectar heces y orina[1] sin separación previa; debe ser impermeable para evitar el contacto con el agua o el suelo y prevenir la contaminación del entorno. Las deposiciones se cubren con material rico en carbono[2] que contiene los microorganismos que ayudan en la eliminación de olores, moscas u otras plagas. Si el olor resulta ofensivo o proliferan insectos u otros vectores, se añade una cantidad mayor de material de cubierta, haciendo posible su uso dentro de la vivienda. Al llenarse, el contenido se vierte en una compostera que atraviesa un proceso aerobio[3] termofílico de descomposición. La temperatura de la pila de compost oscila entre 60°C y 70°C, debido a vitales y energéticas acciones bacteriológicas y microbianas que eliminan casi la totalidad de los patógenos, resultando un material orgánico higiénicamente seguro.
Estos baños son económicos, su implementación es sencilla y permiten estéticas singulares debido a la variedad de opciones y a la cantidad de materiales y recursos disponibles. No producen residuos, desechos ni contaminación ambiental y no precisan de costosas y complejas infraestructuras de abastecimiento o tratamiento posterior. Es remarcable señalar que no utilizan agua potable o entubada, mientras que la requerida para su limpieza es despreciable y puede ser recolectada directamente de la lluvia; no precisan energía eléctrica o algún tipo de combustible; se adaptan sin contratiempo a usos doméstico-familiares y eventos públicos como festivales, ferias o conciertos, también en edificaciones emplazadas en parques naturales o ecosistemas frágiles, en campos de refugiados, víctimas de desastres naturales y consecuencias relacionadas con el cambio climático o simplemente, se adecúan para personas que deciden usar los recursos y la energía de forma responsable.
El compost resultante mejora la calidad del suelo en especial de aquellos degradados por acciones urbanas o antropogénicas; incrementa la productividad agrícola y forestal, beneficia la regulación de los ciclos naturales con actividades amigables con el ambiente y favorece los cultivos destinados para la alimentación humana en la figura de abono orgánico; a un coste económico casi despreciable.
De entre todos los sistemas alternos para gestionar las deposiciones humanas, es el más sencillo de utilizar y soluciona varios desafíos domésticos: el tratamiento de restos de cocina y del mantenimiento de jardines. Todo lo que se pudre se puede compostar, mas este proceso requiere de aprendizaje, entendimiento y de un sólido conocimiento de los procesos naturales involucrados, en especial de los mecanismos que actúan en la descomposición orgánica. En el mundo contemporáneo demanda valentía y un serio cuestionamiento de los valores y hábitos considerados dentro de la norma[4].
Aprendí a usar y gestionar baños de compostaje, estudié[5] y visité viviendas que los incorporan en su interior. Su uso no es significativamente diferente a un inodoro convencional, es decir, el agua potable se reemplaza con materia orgánica después de cada deposición y se gestiona la descomposición de los desechos. Este nuevo hábito me capturó desde el inicio pero imaginaba lo desagradable que sería vaciar un contenido tan “temido”. El día llegó, se pidió un voluntario y me sorprendí cuando todos se ofrecieron. Sin excepción, mis compañeros tenían experiencias previas con dispositivos similares. Uno de ellos vivió como squater[6] algunos años; otro construyó una cabaña en medio del bosque y ahora vivía en una casa rodante; otro era permacultor[7] y conocía los ciclos naturales; en casa[8] del jefe había un baño de compostaje[9] costoso y complejo.
La curiosidad fue más fuerte, me uní a la persona designada y resultó que el contenido se amoldó a la forma del balde, como un castillo de arena fabricado con vasos desechables por niños en un día de playa. El olor no ofendía al sentido del olfato, no había moscas o insectos y no era desagradable a la vista.
Ahora vivo en el centro de Cuenca, en el primer piso de un edificio de alquiler, comercio en planta baja, cuatro pisos de departamentos y un parqueadero público detrás. Hace ocho meses instalé un baño de compostaje en mi casa y experimento tres materiales de recubrimientos, combino todo lo que se puede compostar: desechos humanos sin separación, restos de cocina, polvo de los pisos, el contenido de la copa luna[10] y en general, todo lo perecible. Quedan sólo plásticos y algún vidrio para el recolector municipal de basuras, un plus de este sistema que sumado al consumo de alimentos no procesados se prescinde de envases plásticos o similares y se minimiza la “basura doméstica”.
Mi compostera es un tanque plástico reciclado de 55 galones, perforado inferior y lateralmente para evacuar los lixiviados y favorecer la oxigenación de la pila de compost. Colocada en una esquina del parqueadero público, la cubría inicialmente con una malla ajustada en la parte superior para evitar moscas y plagas, pero con el tiempo no fue necesaria. El clima y la materia de recubrimiento determinarán las características de la descomposición  y las cualidades del compost resultante, es decir, si su uso es adecuado en cultivos destinados para la alimentación humana. He llenado dos composteras y estoy por iniciar la tercera.
En el Departamento de Investigación de la Dirección de Áreas Históricas y Patrimoniales estudiamos la implementación de baños de compostaje para ofertar una alternativa al servicio de agua potable, alcantarillado y gestión de residuos; promover la obtención de compost a nivel familiar para estimular la agricultura urbana, el sustento de jardines e ingresos extras en la economía doméstica; y aliviar la presión sobre los ecosistemas encargados del ciclo del agua y del tratamiento de los desechos.




[1] Las heces y orina son ricos en nitrógeno, además esta última equilibra la cantidad de humedad requerida para el compostaje
[2] Debido a la celulosa vegetal que se encuentra en las plantas
[3] Presencia de oxígeno
[4] Jenkins, Joseph C. (2005). Humanure Handbook, a guide to composting human manure. Third edition. Chelsea Green publishing, Grove city, U.S.A.
Jenkins, Joseph C. Humanure sanitation. Joseph Jenkins, Inc., 143 Forest Lane, Grove City, PA 16127 USA; mail@josephjenkins.com; http://www.humanurehandbook.com
[5] Jenkins, Joseph C. (2005). Humanure Handbook, a guide to composting human manure. Third edition. Chelsea Green publishing, Grove city, U.S.A.
[6] También conocidos como okupas, son personas que se instalan en viviendas o edificios, sin tener derecho a ello según la  legalidad vigente. Según Wikipedia, La ocupación de viviendas abandonadas ha existido siempre, y en España conoció un gran auge durante los años 1960 y 70, como forma de dar salida a la gran demanda generada por la afluencia de población del campo a las ciudades.
El movimiento okupa es un movimiento social que recupera terrenos desocupados y viviendas vacías temporal o permanentemente, con el fin de utilizarlos como tierras de cultivo, vivienda, lugar de reunión o centros con fines sociales, políticos y culturales, entre otros. El principal motivo es denunciar y al mismo tiempo responder a las dificultades económicas que los activistas consideran que existen para hacer efectivo, a costa del derecho a la propiedad privada, el derecho a la vivienda.
[7] De la permacultura, sistemas de diseño agrícolas y sociales centrados en la simulación o directamente en el uso de los patrones y características observadas en los ecosistemas naturales. Wikipedia
[9] http://endeavourcentre.org/2012/11/composting-toilets-are-a-must/, http://endeavourcentre.org/2013/01/composting-toilet-installation/
[10] Según Wikipedia”…la copa menstrual es un recipiente que se inserta en la vagina durante la menstruación para depositar el flujo menstrual. A diferencia de los tampones, que también se usan internamente, la copa menstrual no absorbe la sangre; ésta queda contenida en el interior de la copa hasta que se extrae de la vagina y se desecha el líquido”.