jueves, 16 de junio de 2016

¿CONOCES REALMENTE TU CIUDAD?

Texto y fotografías de Esteban Herrera
Publicado el 16-06-2016

Esta pregunta se ha vuelto muy recurrente en mi mente y en realidad considero que los ciudadanos ignoramos muchas cosas de nuestra urbe. Sabemos por dónde transitar, cómo llegar desde un determinado punto a otro, pero poco o nada conocemos de los edificios que nos rodean, la historia tras los nombres de las calles o de los oficios tradicionales que de a poco desaparecen como consecuencia de la industrialización, similar a la llama de una vela que se extingue con el pasar de las horas.

Un espacio de la ciudad que habitualmente transito es la plaza San Francisco, mientras recorro este perímetro aspiro el olor a palo santo o reparo en los vendedores apostados en sus puestos ofertando su variada mercancía.  Pero ¿qué más conozco de esta zona? ¿Por qué se llama San Francisco este sitio? o ¿qué secretos guarda el Pasaje León? lugar al que habitualmente acudo para laborar. Esta construcción ubicada en la porción más occidental de la manzana sur, sobresale de entre las demás edificaciones, no sólo por su arquitectura afrancesada sino también por ser un ícono para Cuenca, ya que alberga la botica “Olmedo” tan presente –según lo que me han comentado – en el imaginario de los ciudadanos.

Cuando estas preguntas revoloteaban en mi cabeza recibí un libro titulado “Pasaje León y Barrio San Francisco”, después de leerlo todas esas inquietudes se clarificaron y me llevaron a reflexionar sobre la importancia de conocer más a fondo el desarrollo de la ciudad pero desde otra  perspectiva, en este caso las edificaciones y plazas,  ya que las mismas guardan muchos recuerdos y nos ayudan a desenmarañar y recontar la historia de la capital azuaya.

Además, en el texto descubrí la relevancia de este barrio  –bautizado en honor al santo de Asís– para la ciudad del Tomebamba,  su evolución y la infinidad de usos que ha tenido su plazoleta. Pude adentrarme en las memorias del Pasaje León y entender el porqué de sus formas y el valor de este inmueble como hecho constructivo ya que para su fábrica se usaron materiales de excelente calidad, muchos de ellos importados de otras latitudes.

Añadiré que a pesar de ser foráneo, este libro ha sido muy ilustrativo porque me permitió conocer a profundidad un sector tan tradicional de Cuenca y por lo tanto creo imprescindible que todos los autóctonos le echen una ojeada, para enterarse de la maravillosa historia que hay tras esta plaza y  se conciencien de lo valioso de este espacio, de las construcciones que le circundan y de los personajes que en antaño vivieron aquí, ya que todos estos elementos son parte fundamental y constitutiva del proceso histórico que han hecho de la llamada “Atenas del Ecuador “ lo que es hoy en día.

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